agosto 11, 2022

Años


Si me encontrara conmigo misma de hace diez años atrás, me contaría que todo se deterioró, que sigo adulteradamente igual.
Presagiaría que no hubo nadie que me quisiera con el alma, que el grillo te termina por aturdir, los libros te los olvidás, y la inseguridad lejos de achicarse se degenera. Que no hay nadie para mí, y que abra la ventana para que salga el agua.
Me pediría que barra la pieza, que ordene el desastre siempre que pueda, aunque esté en el piso; si estoy en el piso puedo aprovechar a limpiar las baldosas de cerca, porque yo voy a estar lejos y sucia para siempre.
Al mirarme me rogaría que viva, sabiendo que mi cerebro joven me encomendaba la misma tarea. Un ruego mutuo temporal que colisiona.
Un cuarto de vida tachada que es más que cuarto porque nadie vive hasta los 100, y que en mí es más, es casi toda. Se me escapa y eso me paraliza aunque sé que es una paradoja, que si atascada en mí la dejo ir soy eternamente menos que el resto, no importa quién me diga lo contrario.

La mirada de los demás es más filosa con el tiempo, duele más cuando el resentimiento de uno y de todos se arrastra, cuando los ojos del otro simulan una experiencia que los míos están derramados a observar. El desamparo se padece y se percibe. Nadie te quiere ayudar verdaderamente (hasta morirse de tristeza). Me diría: nos cargamos a nosotras mismas, no hasta, sino incluso en la entrega a la muerte.

Perdón si no crecí ni un poco y no tengo advertencias, te miro como a una hermana menor a la que no puedo ayudar, no puedo pedir que te arrepientas de tus faltas y las enmiendes, porque uno no puede redimirse de ser uno mismo. Alcanzo a permanecer para ver como se me caen más pedazos de cuerpo corrompido e inmaculado, se desligan solos sin más sentido de pertenencia. Porque me perturbaron el pecho para transformar los tejidos en una bola de fuego con la que juega cancerbero.

Me gustaría animarte y decir que en Agosto es verano en otro lugar, que el estigma es una huella y hay huellas que se borran, y que observar también es audaz. Pero a la vez sé que sos yo misma y yo no me tengo piedad. Así que diligentemente me entraría la rabia y como una hiena necesitada de quien la alimente me abalanzaría de atrás, en un intento de localizar los pedazos que me faltan te los extirparía con la boca infectada y me los encajaría a la fuerza con las garras carcomidas, aún sabiendo que de esa manera las paredes engordan y la pieza se encoge, que el grito nuestro se vuelve más terrible, las risas más inhumanas y la salvación me roba y huye dejando a mi figura desposeída de mí. A esta locura poco le importa más que desatarse contra todo, porque todo la toca, todo la atraviesa y por lo tanto todo es responsable de que uno sea así. 

Ojalá fuera un mal sueño, porque no puede ser real ver todo desteñido.
Que sólo hayan unas pocas actividades repetitivas e inconclusas tendría más sentido, porque el cerebro dormido no es capaz de inventarse más que esto.

Lo último sería una voz que no veo por la ceguera de un día soleado. -Feliz cumpleaños-. Pero el repentino desliz fuera del sueño me hace confundir sobre qué significaban esas palabras juntas.

Me despierto y el tiempo no existe.

Enseguida le quiero explicar a mi mamá el concepto de los años, pero no lo logro recordar.



2 comentarios: